lunes, 22 de agosto de 2011

No soporto a la gente que actúa de forma maleducada ante personas que se comportan de forma correcta.
Ayer, mientras viajaba en un autobús urbano, presencié una vez más una escena bastante habitual. Un grupo de madres (de unos cuarenta años) y sus respectivas hijas (entre diez y catorce años) mantenían una conversación en un tono bastante elevado, haciendo que el resto de pasajeros pudiésemos escucharla sin ningún tipo de problema. Una mujer, un tanto molesta por no poder disfrutar de un recorrido tranquilo, les pidió educadamente que bajasen el tono de voz. Desgraciadamente esta mujer obtuvo una respuesta bastante desagradable por parte de una de las integrantes del grupo que mantenían la conversación. Esta última, muy descarada, maleducada y bulgar, le dijo que si le molestaba, se cambiase de asiento, o que no escuchase. A lo que yo inevitablemente no pude evitar poner mala cara.
La verdad es que podría haberle mostrado mi apoyo y al igual que ella, haberles dicho que estaban molestando. Pero quise evitar todo problema con ese tipo de gente, además de no tener ganas de discutir con nadie, ya que tampoco me llevaría a ningún lugar, pues ese tipo de personas no tienen modales y sólo saben burlarse de los demás, como alguna de ellas hizo en cierta ocasión.
Por último, sólo me queda decir que, tras vivir esa situación, lo primero que pensé fue el pésimo ejemplo que daban esas madres a sus hijas, comportándose como lo habían hecho. No respetando a los demás, actuando de una forma inadecuada en un lugar público, y burlándose de alguien que pidió un poco de tranquilidad de forma amable. No hay derecho.

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