viernes, 12 de agosto de 2011

Un frío helador.


Puedo oler el frío desde mi ventana. Cristales empañados, gente cubierta con abrigos, pies encerrados en botas que caminan sobre el asfalto. Hoy no es uno de esos días en los que algún que otro paraguas se deje ver. Apoyada en el radiador, siento un cálido abrazo que me hace sentir protegida. De repente, un escalofrío recorre mi cuerpo, haciendo que esa sensación de tranquilidad se desvanezca.

Me gusta sentir el frío en la cara. Si por mí fuera, podría pasearme tranquilamente por la calle con tan sólo un abrigo de pelo sintético y la ropa interior, ni si quiera llevaría zapatos, estaría completamente descalza.




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