El olor de tu cuerpo dibuja una silueta junto al mío. Tumbada en mi cama te observo y sonrío. Mis ojos brillan al ver que descansas tranquilamente junto a mí, como si el tiempo se hubiese parado y fuésemos a estar así para siempre.
Acaricio tu cara suavemente intentando no despertarte. Te doy un pequeño beso sobre tus labios y, acercándome sigilosamente a tu oreja, te susurro: “Te quiero”. En ese instante, tus ojos al fin despiertan y me miran, seguidos de una sonrisa y un “buenos días, Amor”.
Acaricio tu cara suavemente intentando no despertarte. Te doy un pequeño beso sobre tus labios y, acercándome sigilosamente a tu oreja, te susurro: “Te quiero”. En ese instante, tus ojos al fin despiertan y me miran, seguidos de una sonrisa y un “buenos días, Amor”.
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