jueves, 26 de mayo de 2011

Forever Young*





Cuando las cosas se ponen feas, no viene mal echar un vistazo al pasado. Recordar aquellos años inocentes en los que tu única preocupación era terminar los deberes lo antes posible para así poder bajar a la calle a jugar.




¡Qué bonita es la infancia! Compartir sonrisas, compartir tus caramelos, horas de juego, de estudio, o mejor dicho, tiempo que invertiamos en pintar, tu primer beso, ese arañazo que todos hemos tenido por culpa del malo de la clase (en mi caso, mala)...





Y entonces volvemos a la realidad. Sí, es maravilloso recordar el pasado de vez en cuando para saber apreciar lo que tenemos y ver en lo que nos hemos convertido, a pesar de que muchas veces no nos guste, pero al fin y al cabo, el pasado, pasado está, y debemos afrontar que hace mucho que dejamos aquellos años inocentes atrás.




Una vez más, vuelve a suspirar, pues tus preocupaciones seguirán ahí, no se esfumarán porque te columpies durante un rato, o porque intentes sacar al niño que llevas dentro.




























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