lunes, 6 de junio de 2011

Llueve.






Miro por la ventana, me quedo apoyada sobre el marco de esta, y veo como llueve sin piedad.

En la calle hace frío, las gotas de lluvia, frías y en abundancia, caen sein cesar. La poca gente que es captada por mi mirada corre de un lado a otro, con miedo de acabar empapada.


La verdad es que, a pesar de que adore caminar en soledad sobre el frío asfalto, bajo la lluvia, hoy no es un día en el que podría pasear con tantísima calma como me gustaría. Pero, de ser así, dejaría mi cabeza y cara descubiertas para poder sentir caer la lluvia sobre mi rostro, o como mucho me cubriría con una capucha, ya que soy más bien reacia a los paraguas.

Mientras me dejo llevar por esa sensacion que me produciría sentir esa frescura y ese agua que me mojan en mi mente, pienso que, mientras tanto, observaría a la gente, caminando deprisa, huyendo de sus problemas. Entretanto, yo sería capaz de olvidarme de todo, y me dedicaría en exclusividad a observar todo lo que sucede a mi alrededor, deteniendo así el tiempo hasta que me apeteciese reanudarlo de nuevo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario